Por la mañana y contra todo pronóstico salió el sol, no lo dudamos y decidimos salir hacia el molino.
Esta vez nos acompañaron unas cuantos manos más, nos metimos a fondo con la limpieza de la balsa y de los edificios, pero el buen tiempo solo nos duró hasta la hora de almorzar y al tiempo del café la lluvia hizo su aparición, nos calamos (a quien se le ocurre bajar al molino un día así). Todos empapados retomamos el camino de vuelta a Agüero esperando no coger ningún resfriado.
Por la tarde, después de ver algún rayito de sol, comenzó a llover otra vez, pero esta vez estábamos dispuestos a que no nos arruinara la tarde. Decidimos realizar un taller de rosas de san Jorge con todos los niños, nos lo pasamos genial y ya tenemos nuestros ramos de rosas que no se nos secarán nunca.
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